La Organización Mundial de la Salud (OMS) celebra el 6 de junio el Día Mundial de los Pacientes Trasplantados.
El objetivo de este día es fomentar una cultura de donación de órganos y dar una oportunidad de vida a pacientes en espera de una oportunidad de seguir viviendo. Muchos de estos pacientes son crónicos o terminales, y las donaciones, así como los trasplantes son su última alternativa de vida.
En este marco, el trasplante de corazón es un procedimiento quirúrgico que se realiza para extraer el corazón enfermo de un paciente y reemplazarlo por uno sano, proveniente de un donante del órgano. Para poder extraer el corazón del donante, al menos dos médicos deben declarar la muerte cerebral de dicho donante.
Antes de que una persona pueda ingresar en una lista de espera para trasplante de corazón, un médico debe determinar que no existe ninguna otra opción terapéutica disponible para la insuficiencia cardíaca de esa persona.
Hace poco, David Bennett un estadounidense de 57 años de edad, se convirtió en la primera persona en el mundo en recibir un trasplante de corazón de un cerdo modificado genéticamente. El trasplante se consideraba como la última esperanza de salvar la vida de Bennett “Era morir o hacer este trasplante”, explicó el paciente, un día antes de la cirugía. Bennett, que sufría de enfermedad cardíaca terminal, sobrevivió dos meses después de la cirugía realizada en Estados Unidos. Pero su condición empezó a deteriorarse y murió el 8 de marzo pasado.
Bennett sabía de los riesgos asociados con la cirugía, reconociendo antes del procedimiento que era “un tiro a ciegas”. La posibilidad de utilizar órganos animales para satisfacer la demanda humana -un proceso llamado xenotrasplante- se ha considerado durante mucho tiempo y el uso de válvulas de corazón de cerdo ya es común.
Por su parte, el primer trasplante de corazón realizado en México tuvo lugar hace 34 años en el Centro Médico Nacional La Raza, del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Cada año se realizan aproximadamente 20 trasplantes de corazón en nuestro país, cifra que podría ser superior si no hubiera escasez de donadores. El problema principal radica en que sólo una de cada 26 personas con muerte cerebral es candidata a este tipo de procedimiento, es decir, no presenta deterioros en dicho órgano ni sobrepasa los 55 años. Aunado a esto, la falta de conciencia de la sociedad en cuanto a la donación juega un papel determinante.
El Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra) calcula que en México se realizaron mil 600 operaciones de trasplante el año pasado. Los números lucen prometedores, sin embargo, se encuentran lejos de cubrir la demanda: en nuestro país más de 21 mil personas están a la espera de un órgano que mejore su calidad de vida.
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